El sistema educativo
actual está planteado para que el alumnado repita y memorice una información,
que, en muchos casos no va a necesitar nunca, el Director
General de la UNESCO Koichiro Matsuura,
concluyo con la frase “una educación que los jóvenes consideren y constatan que
no guarda relación con sus necesidades e intereses, no puede ser,
indudablemente, una educación de calidad que corresponda a este momento y a
estas circunstancias” en la 47ª
Conferencia Internacional de Educación de la Unesco, celebrada en Ginebra.
Por eso la educación
debe ser práctica y motivante y la mayor manera de guiar a nuestros pequeños
adultos es haciendo que sean competentes, como comenta Sanmartí (2010: 3 y 4)
"El saber debería estar basado en competencias, entiende por competencia la
capacidad de actuar en situaciones complejas e imprevisibles aplicando los
conocimientos aprendidos, la evaluación debe posibilitar el hecho de comprobar
si realmente se ha desarrollado esta capacidad".
Las persones debería
ser capaces de desarrollar sus máximas posibilidades dependientes de la demanda
del entorno, guiado por los dos roles:
- El rol interno: Sucede en nuestra mente. Es la pelea interior que tenemos que resolver ante un desafío de la vida, una decisión compleja o una situación de cambio.
- El rol externo: Consiste en actuar y resolver. Cuando una persona pierde la partida interna, lo más seguro es que acto seguido ocurra lo mismo con la externa. Es decir, cuando alguien se pone excusas, lo más seguro es que no actuará. Y si bien no experimentará un fracaso, tampoco conseguirá un éxito y, lo que es peor, no tendrá una experiencia de aprendizaje.
Por eso la educación
debe ser competencial, para que el alumno fracase y aprenda de sus propios
errores, porque la vida será así, y la mejor manera de adquirir autonomía, auto
superación y disciplina es realizar deporte.
Estos son algunos de
los beneficios que pueden acarrearse tanto directa como indirectamente a nivel psicológico
gracias a la práctica deportiva.
Así pues el deporte nos
ayuda a ser más perseverantes y más autónomos, para poder llegar a ser
competentes y en cierta medida “aprender a ser” personas socialmente adaptadas
y que persiguen sus propios objetivos, dejando de lado las escusas y la auto
compasión.
Para concluir quisiera
añadir que la
autodisciplina siempre es la clave. Basada en el dominio de sí mismo o
autocontrol, esta es realmente la respuesta para conseguir lo que una persona
se propone. Importa más la voluntad que la formación o la inteligencia. Cuando
una persona puede elevar el nivel de su autodisciplina, se convierte casi en
imparable.
Agradecer la colaboración de mi amigo Nacho de la Peña Lopez-Viota por
sus innumerables aportes diarios y a Raquel Font Lladó Profesora de la
Universidad de Girona para guiarme en el ejercicio de “aprender a ser”.